Soledad

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Frio insoportable produce la soledad, extraña compañera de un viaje que no queremos realizar, amiga inseparable del que sufre por caminos de frialdad y amante insaciable de corazones rotos por amar.

Soledad maldita de amantes muertos por ella o por aquellos que no se atrevieron. Soledad maldita que sus vidas jamás abandono y nunca ayudo a quienes se lo pidieron.

Tras su llegada, del alma se adueña y en el corazón hace su morada, de pensamientos melancólicos llena en cascada que brota tras cada lágrima derramada.

En los ojos del que sufre se la ve reflejada como mirando orgullosa por una ventana a la que solo asoma cuando el dolor acude a su llamada y el desafortunado al fin queda con la voluntad doblegada.

Del llanto obtiene su máximo deseo y en cada gota escribe los recuerdos empañados, entregando a quien sufre un único anhelo y es que “solo son libres los que a la muerte han enfrentado”.

Triste mella y orgullosa herida es soledad junto a dolor y melancolía, amigas, visitantes las tres de una vida destrozada, abrazando el alma en la noche oscura y fría.

Tras de sí solo deja los restos moribundos de quien antes tenía un futuro, la soledad nunca deja heridas y no hace prisioneros solo deja un cuerpo consumido y un corazón seco y decaido.

Ella es amiga de lechos vacios y de recuerdos que son su entrada, ya que el alma asoma a ellos porque el que sufre busca en los recuerdos la esperanza y en el lecho el calor dulce de su amada.

La soledad impulsa estas palabras como puñal al pecho ya que conoce todos sus secretos y sabiendo que el frio acero al corazón se dirige sin remedio, disfruta retorciendo la mente en la más oscura agonía.

Lenta e inexorable juega a detener el tiempo para que el dolor se recree en sórdidos pensamientos, haciendo del que sufre un triste retrato porque así obtiene su buscado y apreciado trofeo.

Solo el amor y un poco de calor humano son capaces de luchar contra ella, pero el amor se apaga sino se alimenta y el calor se disipa si en ayuda nadie tiende su mano.

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