Tu

Estar a tu lado es un sufrir constante y no verte la muerte más cruel conocida.

Sufrimiento por no poder besarte, como si la vida se escapara si no consigo unir tus labios a los míos. Sufrimiento al no tocar ese cuerpo, que Dios tuvo a bien esculpir con sus propias manos, para producir el más sublime deseo, el adorarlo con caricias sutiles, abrazos interminables y admiración perpetúa.

Sufrir por mirarte, ya que mis ojos no ven solo a la mujer que hay en ti o la madre que eres sino que más allá de todo pecado veo la perdición original, la pasión mas desenfrenada, el deseo más puro de un cuerpo que se presenta. Eres como la diosa que todos buscan en sus sueños secretos.

Manos llenas de caricias mueren por sentir tu piel cálida, por recorrerla hasta los últimos rincones escondidos tras el velo del pudor, deteniéndose y recreándose en cada punto de tú ser. Sufro por unir el palpitar de nuestros corazones en un abrazo que, al unir nuestros pechos, nos lleve a un baile marcado por el ritmo de un solo latir acompasado. A tu lado siento el calor de tu ser ahuyentando el frio de la soledad que invade mi alma. Sufro con miradas escondidas que acechan tus pasos para disfrutar del movimiento de tus caderas que con ritmo sensual gritan al escultor que se esconde tras mi piel para recrearlas en piedra eterna.

Aun teniéndote aquí, mirando como tu cuerpo descansa junto a mí en una cama compartida, mi vida se estremece al ver tu silueta, la calma tatuada en tu rostro dulcifica mi alma pero el olor de tu piel rebela mis sentidos a una lucha por atraparlo en flores fragantes para el jardín del Edén.

Y tus labios húmedos y brillantes que sin palabras me incitan a poseerlos, más allá de todo recato y respeto, deseando que tatúen mi cuerpo cadenas que me aten a ti con besos cálidos y sin fin.

¿Qué mas decir?, ¿Cómo vivir así?, ¿Cómo respirar, si mi mente solo la ocupas tu y no quiere dejar de hacerlo?

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