Consternación por una injustacia.

La muerte nunca es agradable y a los ojos de la humanidad la pérdida de un hombre es transparente. Pero para aquellos que vivían esa vida – ahora apagada-, que compartían palabras de emoción, de alegría o realidad, aquellos que un día experimentaron verdades junto a ese ser o sintieron en su corazón la preocupación compartida, la pérdida de ese hombre – de solo un hombre- es un hueco difícil de llenar.
Esto que ahora escribo me lo obliga el corazón y lo dicta la conciencia, cosas que no puedo dejar de oír y mucho menos dejar pasar de largo, no voy a poner palabras de bocas ajenas, ni quiero sustituir voces que no me pertenecen, solo expreso mi visión, la visión de una pérdida injusta por las formas aunque esperada por los actos de personajes que se zurcieron a una camisa que temporalmente vieron como propia.
He visto desde el silencio - obligado por condición- como un hombre se apagaba por palabras lisonjeras, por dulces mentiras rebosadas con verdad, lo embriagaron con monotonías controladas o actos almohadillados de asistencia, cuando bajo la falda, solo eran actos para ganar confianza e imponer falsedades sobre ideas ya afianzadas. Se han aprovechado de un hombre alicaído por la carencia de la razón de su vida hecha mujer a la que amo durante su existencia.
Es incomprensible como algunas personas – por definición, no por acción- son capaces de imponerse medallas y ensalzarse a los altos brazos de la compasión mientras sus ojos no se apartan de la cartera ajena y sus desvelos los produce la rapiña de objetos sin valor intrínseco, no entiendo como su mano derecha agasaja una persona necesitada de cariño y enferma por los años mientras la izquierda controla unas llaves de un hogar al que no pertenecen con el único afán de desbalijar sin pudor. Como estas personas gritan al mundo el abandono del necesitado cuando su soledad es impuesta por el control del único medio de comunicación con el mundo exterior para acallarlo al mínimo atisbo de sonido o usarlo para inventar historias increíbles o enfermedades inexistentes, como alguien puede alegar inmunidad tras clavar dagas de falsedad con total impunidad amparándose tras el velo del engaño retorcido… Injusta muerte, ya que con solo algo de cuidado, una miaja de cariño y un poco de sinceridad podría salir, no solo adelante, sino vivir un tiempo más hasta que la muerte irremediable le llamara pero queda claro que toda acción lleva una reacción y por mucho que a mí me quieran hacer ver o explicar, las acciones de quienes se desenvuelven a nuestro alrededor afecta y condiciona hasta el punto de poder llevarnos por caminos del que aun no somos exploradores…
Así contado, todo queda bonito, queda aliñado con vocablos sublimes que denuncian el materialismo, así escrito todo queda al aire y en conocimiento de todo aquel que quiera entender, pero siempre relegamos la realidad, la verdad…
Ha fallecido un hombre bueno, respetuoso e integro, desaparece un alma que podía contar hazañas de tiempos pasados y con ello enseñar la vida en tiempo difíciles, ha desaparecido alguien que a su manera abrupta pero directa, sin dobleces, comunicaba sus ideas o prejuicios, hizo propio la vida del hijo que nunca tuvo por naturaleza pero supo adoptar como propios a sus sobrinos, un hombre que aprendió a dejarse llevar de la mano conducido por una mujer que aun hoy día sigue viva en los corazones de quienes la conocieron aunque su corta edad les impida mantener fija una imagen en sus recuerdos, ha muerto un hombre que supo vivir y aprender aunque siguiera anclado en ideales de tiempos pasados. Así y todo fue – es- un hombre que dejo huella en un mundo sin suelo donde caminar.

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